El sueño de Jassiba

martes, 4 de diciembre de 2007

Jos Rashid no se preguntaba en donde estaba su amante, hacía tiempo que no la veía. Jassiba había huido una noche montada sobre un gran camello y oculta bajo túnicas coloridas, negro y blanco.
El movimiento en la Dergah continuaba como de costumbre, solo las mujeres hablaban, mascullaban en sigilosas tertulias la suerte de la madre de Rashid. Los hombres, por otro lado, se mantenían en alerta. En Ishvilia la fuerza de Dul- Kermania no solo se mantenía sino que se acrecentaba día tras día.
Los tópicos imaginarios de la gente común seguían el curso de los acontecimientos. Solo un breve movimiento en los entredichos parecía formarse en el horizonte. La mayor parte de las ordenes y sus dirigentes solo intuían, aunque fuera de manera preconciente, que los mitos fundadores de lo que llamaban la realidad estaban por transformarse de manera abrupta. Una nueva correlación de fuerzas aparecía en el Horizonte. Era el mismo fuego que podía atisbarse en el profundo negro de los ojos de Rashid, un fuego oscuro y brillante cuyo origen es el mismo inicio de los tiempos.
Una figura parecía tomar forma en aquellos ojos del paraíso, la línea dorada estaba de nuevo en movimiento.

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